La Barranca

LA BARRANCA

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Hay un lugar en La Rioja, hoy símbolo de paz y de recuerdo, un lugar sagrado para los riojanos, un lugar donde yacen más de 400 personas asesinadas a consecuencia del levantamiento militar de 1936, y dónde hoy al fin descansan dignificados.

Este lugar se llama «La Barranca», y aquí hoy, como cada 14 de Abril, día en el que se proclamó la II República Española, familiares y amigos vienen a rendir homenaje a estas víctimas de aquella masacre, a estos «muertos por la libertad».

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La historia de La Barranca comienza en 1936, cuando alguien con el alma helada decidió que el barranco de Barriguelo era un buen sitio para matar; discreto, silencioso y apartado. Así se convirtió en una gran fosa común que llegó a albergar más de 400 cuerpos de hombres y mujeres, algunos casi niños, que viajaron torturados y humillados desde sus pueblos riojanos hasta aquí, donde finalmente fueron asesinados.

Hoy en día convertido en cementerio civil, un gran panel muestra los nombres y apellidos de todas las personas que aquí fueron asesinadas, gracias a los trabajos de identificación de los restos encontrados. Se encoge el corazón al observar la gran lista de nombres con las edades a las que llegaron a su fatídico final, algunos con la temprana edad de 17 años en el momento en el que les arrebataron la vida.

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El monumento de dos mujeres de bronce negro rinde homenaje a «Las viudas de negro» o «Las mujeres de negro», como así se conoce a las madres, esposas y hermanas que, altivas y erguidas, año tras año venían a este lugar a recordar a sus seres queridos, a pesar de los impedimentos que la policía del régimen franquista les ponía, con el fin de ocultar este lugar. Estas valientes mujeres, siempre  vestidas de negro avergonzando a sus verdugos, pisaron la tierra de la barranca para que nada creciera, para que nada se olvidara.

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En La Rioja nunca hubo frente de guerra y aún así se asesinaron a más de 2000 personas. Éstas personas fueron asesinadas sin haber cometido ningún delito y sin la opción de un juicio justo, simplemente por su ideología política, por ser «hijo de…» o por simples envidias que se generaban en los pueblos pequeños. Pero aquí no se quiere ningún tipo de venganza, aunque si dejar constancia de lo que pasó, para que jamás se repita esta atrocidad, como reza la inscripción del monolito que preside la entrada a “La Barranca”: << este horror ya fue…1936. hoy no queremos ni odio ni venganza pero si dejar testimonio para que estas locuras no se repitan 1979 >>

Como uno de los muchos riojanos que tienen algún familiar aquí, hoy también vengo a este sagrado lugar a rendir homenaje a mis antepasados. Como siempre que entro en La Barranca me invade una sensación de angustia y de pena, pero a la vez una sensación de orgullo, ese mismo orgullo que debía sentir mi abuela cuando me enseñaba la única fotografía que conservaba de su padre asesinado. Recuerdo como con sus cálidas manos desgastadas por tantos años de trabajo, delicadamente acariciaba esa vieja fotografía, lo único que le dejaron de su padre, sin poder reprimir las lágrimas en sus ojos. Y la imagino sentada en su vieja butaca, con la mirada hacia el cielo a través de la ventana, pensando quizás en su padre, preguntándose «en aquella triste noche cómo estaba él, en quién pensaba él, a dónde dirigía la mirada…» *

* Extracto de la canción «La Barranca» de Antonieta Larrea.

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